Este último tiempo he vivido un proceso muy distinto al que estaba acostumbrada en mis trabajos anteriores. Esto de salir a buscar lo que quiero, “hacerme un nombre”, mostrar mi trabajo y habilidades. De cierta manera ¿no estamos todos “vendiendo” nuestro valor como profesionales/trabajadores casi todo el tiempo?
Empecé a sentir que las cosas que debía hacer no eran del todo mi gusto. Esto de llamar constantemente, acercarse a personas que no sabes si quieren lo que tienes para ofrecerles. Hasta este momento de mi carrera laboral solían ser otras personas las que se acercaban a mí para pedirme lo que yo sabía hacer muy bien, y de lo cual estuve validada por años en distintas organizaciones.
Pero cuando tienes que crear algo desde cero, o bien, superar esas barreras de lo conocido, es un territorio desconocido el que tenemos que empezar a recorrer, y, muchas veces ese camino tiene partes incómodas que nos hacen sentirnos expuestos, vulnerables, inseguros. Huy, ¿qué difícil no? El ego se ve un poco remecido y la humildad y constancia comienzan a aparecer, o al menos, esa es la idea…
Hacer esas llamadas incómodas, mostrar lo que valgo y lo que tengo para ofrecer, pedir lo que necesito a mi jefe/socio, desafiar una idea, decir lo que pienso a pesar de que muchas personas pueden estar pensando “y cómo dice eso”, siendo que muchos opinan así, o bien, muchos podrían estar en desacuerdo, por lo tanto, atreverse a dar ese paso es más difícil de lo que parece. Esto se da porque nos acostumbramos a mostrar un flyer bonito, una sonrisa, un “estoy bien, y tú”, sin mayor detalles. Nos acostumbramos a mostrarle a los demás que todo está bien. Y, a veces, no está todo bien, o no está todo fácil….
En una de esas conversaciones profundas que tenemos con mi marido, como día por medio (para su ocasional lamentar se casó con una psicóloga), le dije que sentía que emprender era como haber preparado un gran evento para tu cumpleaños cuando eras pequeño, con torta, decoraciones, bebestibles y todos los arreglos necesarios para recibir a tus invitados con la mejor de las sonrisas y darles una experiencia única e importante, tanto para ti como para ellos, solo que ellos no lo sabían aún.
Algunos de tus invitados te dijeron que asistirían, otros no te respondieron y muchos mostraron interés, pero en realidad nunca tienes seguridad absoluta de que todos van a llegar o de que a todos les va a gustar lo que quieres ofrecerles…. ¿Qué complejo, no? Qué miedo, inseguridad, ansiedad y muchas otras sensaciones se nos vienen cuando estamos en una situación así.
Y ahí estás tú, sentado en una silla, en el lugar que habilitaste para celebrar tu cumpleaños. Sentado a la orilla del asiento, con cara de ilusión y con todas las ganas de festejar y que los demás vean todo lo que les tienes preparado. A pesar del susto e inseguridad que sentimos esperando a que lleguen los invitados, cuando llega uno, y después otro, y otro, comenzamos a llenar nuestra cara de color y esperanza.
¿Sabemos en qué momento exacto va a ocurrir eso? no, ¿Sabemos si será rápido o lento? no, ¿Sabremos qué hacer cuando llegue el momento? espero que sí. Pero de lo que estoy segura es que eres tú el que debe tener la confianza más alta de todos los que están en ese salón de cumpleaños. Eres tú quien tiene que mirar en alto y confiar que, si has preparado todo con antelación, dedicación y profesionalismo, las cosas fluirán a su tiempo, las personas te conocerán y sabrán que están en uno de los cumpleaños más especiales que les ha tocado asistir. Simplemente deja que te conozcan y acércate a ellos.
Volviendo a otro ejemplo más adulto, algo parecido me pasó hace poco en una Clase de Postgrado, de la que salí sintiéndome incómoda, porque me pusieron en una situación compleja delante de muchas personas, pero no para hacerme sentir mal, sino para que aprendiera. ¿Fue agradable? no, ¿Me lo esperaba? tampoco. Pero con esto aprendí que muchas cosas en la vida van a ser parte de un proceso incómodo, el cual debemos atravesar para conocernos a nosotros mismos, adquirir nuevas habilidades, entender nuestro valor y saber vender nuestras ideas y proyectos. Atrevámonos a vivir la incomodidad sin miedo, o con miedo, pero sin dudar, confiando en que somos capaces de enfrentar todo lo que se nos cruce, y de buscar las herramientas que nos permitan superar ese desafío y salir de este más fuerte que antes.
¿Y tú, qué hiciste en esa situación, cuando te sentiste incómodo/a? ¿Qué herramientas has adquirido después de ese momento desagradable que viviste recientemente?
Te invito a sentirte incómodo y atravesar ese desafío que tienes por delante. Tú puedes…
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¡Te invito a seguir conociendo este camino conmigo!
Psicóloga, Orientadora y Fundadora de Work Therapy. Estudiante Magíster Desarrollo Organizacional y Dirección de Personas. Experiencia en Recursos Humanos, Consultoría y Docencia. Experta en Atracción de Talento, Assessment y Desarrollo de Competencias.
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