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El café me sabe amargo

Hoy les quiero contar mi experiencia reciente con el café y como ella me llevó a observar mi choque de realidad y relación con el trabajo…


Llevo años tomando café, este elixir que en las mañanas te abraza y despierta, al mismo tiempo que te da ánimos con lo que se va convirtiendo en un nuevo día y oportunidad para comenzar, o al menos así yo lo sentía (me encanta el café). A este café diario (que terminaba siendo a veces más de uno) le ponía endulzante, y, no poco, al menos unas 10 gotas. No me preguntaba seguido si mi café era muy dulce o si esa dulzura era real. La verdad es que a mi me gustaba el café dulce y así eran las cosas. Las veces que intenté tomarlo “amargo”, era tanta la diferencia y ese sabor agrio que no me gustaba, que desistía al día siguiente.


Hasta que la vida me enseñó algo… Mi doctor me sugirió, con bases científicas, lo dañino que era el endulzante de la manera en como yo lo estaba tomando, y lo positivo que sería para mi salud “re-equilibrar” los niveles de dulzor y, por lo tanto, “resetear” mi paladar. O sea, volver a sentir la verdad de los sabores, no llenándolos de sabores artificiales que hacían que mi cuerpo me pidiera más “azúcar” como compensación a todo este dulzor del que estaba acostumbrado.


Cuando me vi “obligada” a dejar el endulzante, o bien, cuando me hice consciente del daño que este me causaba y decidí dejarlo, comenzó a ocurrir un proceso importante dentro de mí, del cual nunca pensé que viviría por algo tan “simple” como dejar un hábito alimenticio. Me empecé a dar cuenta que mi cuerpo me pedía constantemente este “dulzor” que le solía dar a diario, y el “azúcar” que le daba en reemplazo (que a propósito, elegí uno extraído de fuentes naturales) no era suficiente ¡¡No era suficientemente dulce!!


Con el tiempo me di cuenta de que el café nunca fue dulce. “Eso es obvio” podrían decir, pero para mi el café siempre iba a ser dulce porque así me gustaba y así había decidido tomarlo por mucho tiempo. O sea, había decidido observar mi realidad de esa manera. Y cuando debí cambiar al café amargo hasta me cuestioné si siquiera me gustaba el café, ya que al saborearlo amargo era tan distinto a lo que estaba acostumbrada. Con el tiempo decidí darle una segunda oportunidad y de a poco se fue convirtiendo en un “sabor adquirido” como le dicen muchos. Comencé a reencantarme con el café y efectivamente logré equilibrar mi cuerpo y sentir los dulzores de una manera más realista y menos artificial


¿No es algo que a todos nos pasa cuando entramos al mundo laboral? intentamos “endulzarlo” diciéndonos cosas como: “Ese jefe que me tocó tiene la culpa de que no me den oportunidades de desarrollo”, o “Esperaré un año más y le daré la oportunidad a este trabajo que al parecer no me llena como pensaba”, o bien, “Esperaré a que mi jefe se de cuenta de que me molesta esta situación”. Tantas formas en que evadimos afrontar esa dura realidad, esa realidad que muchas veces es amarga y dura de asimilar. Una realidad que podemos mirar de otra forma: “Estoy en una empresa en la que no será fácil crecer, pero depende de mi visualizar mi trabajo y lucirme para obtener ese desarrollo”, o “Buscaré otras alternativas laborales, por muy difícil que sea, ya que esto no me gusta”, o bien “Enfrentaré a mi jefe y le diré asertivamente que no me pareció cómo me habló el otro día”. 


¿No es más fácil poner varias gotas de endulzante al café? Tenía un sabor mucho más “rico”, pero ese sabor era totalmente artificial, no era la verdad. La verdad es que el café me sabe amargo, y que esto vino a enseñarme algo muy valioso; que la vida no es dulce ni se mantendrá dulce todo el tiempo. A veces necesitas ese gusto del café amargo para recordarte que la vida tiene momentos dulces y otros no tanto, y que incluso puedes encontrarle el encanto a ese amargor, sacándole el provecho que necesites en ese momento. Para mi, viene siendo la energía, el aroma tan especial y un momento solo para mi, para planificar mi día, plantearme nuevos desafíos y oportunidades al comenzar cada día.


“Cómo tanto análisis por un café” se preguntarán. Bueno, esto para mi fue una reflexión que surgió de un cambio importante en mi vida que me llevó al equilibrio, como muchos cambios que he vivido en mi trabajo que me han hecho darme cuenta de que estaba observando las cosas de una manera muy ingenua, echándole mucho “endulzante” a algo que era amargo. Esta reflexión me llevó a darme cuenta que la adultez y la vida laboral me cambiaron significativamente. Al entrar al mundo laboral me caí de cabeza y me sigo cayendo algunas veces


El impacto de la realidad no es fácil, ni tampoco siempre voy a tener todas las respuestas. Aún así, siempre puedes darte cuenta de que necesitas tomarte el café amargo para ver las cosas desde una perspectiva realista, para aprovechar lo bueno de las situaciones, aún cuando estas no son del todo agradables. Como cuando necesitas hacer algo por ti que hoy te incomoda, pero mañana te dejará frutos de los que estarás orgullosa/o.


Espero que esta reflexión les haya traído un aprendizaje, como a mi me pasó con esta experiencia. Si necesitas apoyo en un proceso “amargo” que estés viviendo en tu vida, siempre puedes confiar en nosotros, en que te escucharemos y ayudaremos a encontrar ese aprendizaje y a sacarle provecho a esa carrera que quieres construir.


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¡Te invito a seguir conociendo este camino conmigo!


 

Fran Toledo

Psicóloga, Orientadora y Fundadora de Work Therapy. Experiencia en Recursos Humanos, Consultoría y Docencia. Experta en Atracción de Talento, Assessment y Desarrollo de Competencias.


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2 Comments


Guest
Apr 02

Me encantó, es la verdad pura, gracias Francisca 🙂

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Fran Toledo
Fran Toledo
Apr 03
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🌷😊

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